sábado, enero 02, 2010

2 de enero de 1492

Hoy hace 518 años, España, tras ocho siglos, quedaba libre de la dominación musulmana. Se trata de uno de los hitos fundamentales de nuestra historia. Empezó siendo una invasión para apoyar a un pretendiente visigodo y, por causas de la ambición imperialista político-religiosa, se convirtió en un dominio multisecular de casi toda la Península, lo que obligaría a los españoles a una ingente Reconquista que duró casi 800 años.

La esclerotizada España visigoda, se regeneró en el molde de una larga guerra de liberación nacional contra un enemigo duro y fanatizado que recibió continuos apoyos desde África y que seguiría siendo, hasta nuestros días, el enemigo histórico, ya fuese en su versión magrebí u otomana y, actualmente, en la del radicalismo islámico.

Este acontecimiento, que cualquier nación recordaría permanentemente y con gran orgullo y respeto, ni siquiera es mencionado. Salvo error u omisión, ningún diario, televisión o radio ha dedicado ni medio segundo a recordarlo.

Cuando un país olvida sus grandes gestas y a sus héroes, hubo muchos en la Reconquista, es que esa nación está en decadencia. La cobardía que nos atenaza desde hace tiempo, justificada en lo “políticamente correcto”, que nos lleva a no celebrar ningún acontecimiento que signifique alguna derrota del Islam, conlleva ridículas decisiones como cambiar figuras del escudo de Aragón, de pueblos andaluces o a no celebrar la Reconquista de la patria de la agresión musulmana.

Estupideces como la Alianza de Civilizaciones, las cesiones ante los asesinos islamistas o los sátrapas de Irán o Marruecos, son la tónica de una España que desde el siglo VIII descolló por su firmeza frente a los guerreros de Alá, ya fuese contra los Omeyas, los reinos de taifas, almohades o almorávides, corsarios berberiscos y turcos o rifeños del Norte de África. Siempre estuvimos en primera línea, ya fuese en la Península, Viena o Lepanto, contra quienes querían extender el dominio musulmán por Europa.

Sin embargo, aquella firmeza, basada en los valores católicos y en el orgullo de ser españoles, ha menguado hasta casi desaparecer. Hoy una gran cantidad de islámicos habita entre nosotros, imponiendo, cada vez con mas firmeza, sus condiciones: desde mezquitas gigantescas, como las de Madrid o Marbella, hasta piscinas y otros centros separados para hombres y mujeres, sin olvidar el claro ascenso de de la poligamia o la imposición de la sharía con castigos salvajes, cuando no la muerte, a los infractores, casi siempre infractoras y todo ello ante la pasividad de unas autoridades y de una sociedad paralizada por la falta de convicciones y la cobardía ética, intelectual y moral.

Quienes no dudan en burlarse del cristianismo y cometer todo tipo de tropelías contra el mismo se guardan muy mucho de hacer lo mismo con el Islam, pues saben que les puede costar muy caro y no están dispuestos a correr ningún peligro. Por supuesto que no defiendo que se insulte a los musulmanes, todas las religiones deben respetarse, pero tampoco conviene olvidar que el Corán no es precisamente un libro generoso, sobre todo con las mujeres, ni siquiera con sus propios seguidores y, que decir, de las minorías.

Sorprende que no solo la “progresía” ignore nuestras históricas glorias, es normal en quienes no creen en España ni la libertad y son aliados de los Erdogan o Ahmadineyah, pero resulta mas curioso que la supuesta derecha política española coadyuve a este olvido de nuestra historia.

Afortunadamente, se observa cierta reacción, por lo menos de una parte, de la sociedad y esperemos que cada vez vaya a mas, hasta que se convierta en una marea incontenible que arramble con esta clase política cobarde, inmoral, miserable intelectualmente y corrupta, para dar paso a una España orgullosa de su historia, que no acrítica y dispuesta a mirar hacia el futuro, pero sin olvidar su pasado del que tantos ejemplos nobles, generosos y gloriosos podemos sacar.

Feliz 2010 para todos.

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