martes, febrero 19, 2013

Miserables morales


Parece ser que en este país sentirte español y expresarlo es una lacra que te acompaña en todas las actividades que realices. Viene esto al hilo de los sucedido con el exfutbolista Salva Ballesta, hombre conocido no dolo por su buen hacer balompédico, también por siempre expresar su amor a España y al Ejército del Aire. Le recordamos celebrando sus goles con el saludo militar, cosa, por cierto, habitual en naciones como EE.UU.

Pues bien, iba a ser segundo entrenador del Celta cuando los neoterroristas del grupo celtarras se han opuesto radicalmente, llamándole fascista o nazi. No es la primera vez que esa escoria le ataca pues jugando con el Albacete le gritaron aquello famoso de “ETA, mátalo” entre otras lindezas. Ese grupo muy conectado con  la extrema izquierda gallega y con los etarras jamás ha sido sancionada de ninguna forma pese a sus constantes exaltaciones al terrorismo.

Y dentro de la bajeza moral que nos atenaza, el Presidente del club, Sr. Mouriño, se ha plegado a las exigencias terroristas, al igual que el no menos miserable y nuevo entrenador Abel Resino, dando ambos muestra de la catadura que les adorna.

No parece que esto vaya a tener ninguna consecuencia, pues saldrán los típicos de no mezclar fútbol y política que suelen ser quien es lo mezclan. No hay que olvidar que el At. de Bilbao es un nido de proetarras confesos empezando por Iríbar, o el Barcelona de separatistas, empezando por el “mito” Guardiola. Pues bien, nadie ha dicho nada al respecto y por ahí se pasean aprovechando la fama futbolística para airear sus postulados.

Sin embargo, un hombre que se declara sin ambages español, es vituperado y no puede trabajar en un club de su país, club subvencionado por los poderes públicos, ya que es muy español para los sensibles neoterroristas que forman parte de la afición del Celta.

Una vez más asistimos a la felonía y cobardía, pues ni la Federación Española de Fútbol, ni la Asociación de Entrenadores, ni la Liga tomarán medida alguna y sino al tiempo y, otra vez, la hez terrorista y separatista, en este caso la gallega, se saldrá con la suya.

De todas formas, envío mi apoyo y solidaridad a Salva Ballesta, pues me siento tan español y orgulloso de serlo como él y decirle que pese a esta ignominia, no está solo y pronto encontrará trabajo en un club decente.

Por supuesto mis peores deseos para el Celta, cuyo descenso espero y, si es posible, al fondo de la división regional, lo que conllevará el fracaso de los dos cobardes: Presidente y entrenador.

Mientras tanto, ¡Viva España!.

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